viernes, 29 de abril de 2011

"El interior" de la tecnología

Como ya he comentado en entradas anteriores, la tecnología está presente en nuestras vidas de forma permanente. Cada día nos levantamos con el sonido de la alarma de nuestro radio despertador o de nuestro teléfono móvil de última generación. Mientras desayunamos, vemos el informativo matutino en televisión o encendemos nuestro ordenador portátil y leemos las ediciones digitales de prensa, gracias a nuestra conexión a Internet. Apenas han pasado unos minutos, y la tecnología es co-protagonista de nuestro día: en mayor o menor medida, la simplificación de los aparatos electrónicos permite que la sociedad actual los utilice diariamente. Ahora bien, ¿conocemos "el interior" de los mismos? De forma general, lo desconocemos.
Desconocemos cuáles son los componentes de estos aparatos, las materias primas utilizadas para fabricarlos, los fundamentos científicos  sobre los que se basan... Lo desconocemos prácticamente todo, salvo su uso. Si una persona, ajena a las nuevas tecnologías, nos pregunta cómo es posible que la presente entrada, una vez publicada, pueda ser leída en cualquier punto del mundo, la respuesta que obtendrá será insuficiente. Responderemos que es gracias a Internet y los ordenadores. A esta respuesta, le seguirán otra pregunta: qué es Internet, cómo funciona, qué es un ordenador, qué piezas lo componen...
Este fantasma de la ignorancia contrasta con una de las características de la sociedad actual: el acceso la información.
Remitiéndome a la Historia, es posible observar otras etapas donde el desconocimiento del funcionamiento interno de las cosas contrastaba con un uso o práctica generalizada en el entorno social. En la Edad Media, la religión dominaba la sociedad, si bien los conocimientos teológicos estaban limitados al cuerpo eclesiástico. Desde finales del siglo XVIII y especialmente a partir del siglo XIX, la industrialización trajo consigo una intensificación de la relación hombre-máquina. Los obreros interactuaban con las máquinas, si bien desconocían por completo su funcionamiento interno.
Ante este desconocimiento, surgen mecanismos de defensa, como son las supersticiones. Son famosas las supersticiones medievales, si bien hoy en día también existen estas falsas creencias, manifestadas de un modo u otro. Un ejemplo de ello es el neoludismo, que se opone al avance tecnológico porque aliena al ser humano, así como debido a su vinculación con los medios de producción y control de información. El término neoludismo hace referencia a los movimientos ludistas o mecanoclastas de principios del siglo XIX, que se oponían a la incorporación de la máquina en la industria, pues ésta sólo beneficiaría a los propietarios.

A modo de conclusión, he de señalar que los aparatos tecnológicos son auténticas cajas negras para sus usuarios. En el caso de los ordenadores, se ha pasado de usuarios que conocían los componentes de los mismos, pues el Apple I tenía que ser montado por el propio consumidor, a un total desconocimiento de su funcionamiento interno, su lenguaje de programación, etc. El conocimiento de estas cuestiones se reserva para un grupo que, a mi juicio, es una nueva élite: los científicos.

1 comentario:

  1. Las diferentes generaciones que conforman la sociedad de hoy en día, en su mayoría (excepto los que se dediquen a ello claro) desconoce que hay debajo o dentro de los artefactos tecnológicos. Sin embargo, exiten diversas posturas al respecto. Existen grupos de gente, que ni siquiera se plantea ni tiene interés en el asunto; otros, que no pueden creerse que por ejemplo en un cd se puedan guardar datos, fotografías...; otros, que saben que lo puede contener pero no se plantean de qué manera es posible.

    Este hecho se debe a que las diferentes generaciones que conforman la sociedad hoy en día, muchos han visto la evolución que ha sufrido el ámbito de la tecnología pero se han resistido al cambio y se han quedado fuera de él; otros pese a la resistencia han acabado aceptando la "realidad tecnológica" e incluso se les plantea una necesidad constante de ella; pero también, se encuentran las generaciones que han nacido ya marcadas por el derrame tecnológico y no conciben la vida sin la tecnología.

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